Muchas veces oímos hablar de la ya
famosa familia lingüística Tupí-Guaraní
que, según diferentes estudios y corrientes, abarca más o menos a todas las
lenguas y dialectos del Amazonas, la cuenca del Plata y hasta el Caribe. Pero
la denominación misma de esta familia lingüística parecería ser fruto de un
error o una arbitrariedad. Los pueblos a los que se denominan guarani o tupi no se reconocen bajo ese nombre, y mucho menos las lenguas que
ellos hablan. Lo mismo sucedería con sus “primos” los caribe. Pero si los guarani no son guaraníes ni hablan
guaraní, ¿cómo se llegó a esa denominación? ¿Cómo es que se incurrió en tamaño
error o qué fue lo que se buscó al poner bajo a esa denominación a tantos
pueblos, y por qué también sucede lo mismo con los tupi? No buscamos hoy resolver la cuestión, sino más bien presentar
el problema y algunas de las interpretaciones que se le han dado.
Los guarani
Los pueblos que conocemos bajo ese
nombre se llamaban a sí mismos ava,
hombre, y a su lengua ava ñe´e,
lengua del hombre, sin más rodeos. La palabra guarani no tiene ningún significado preciso ni ha sido registrada
por los más antiguos diccionarios y gramáticas. Por ello se cree que la
derivación de la misma debe haber sido fruto de un error de los primeros
colonizadores, y que luego fue sostenido, extendido y generalizado con el
establecimiento de los jesuitas y la utilización de la misma como lengua
general de todo el Brasil y la zona de la Paraquaria. Por ello la búsqueda
etimológica ha ido desandando las posibles razones que llevaron a este error.
La etimología que se reconoce como la más difundida es la que encontramos en el
diccionario de Antonio Guasch:
Guarani:
una clase de indios, que hablan el avañe´e
o guarani (etimol. guarini: guerra, guerrero). [GUASCH;
ORTÍZ 2008, 542]
El “mal oído” de los primeros
conquistadores habría sido el responsable de tamaño error, al confundir guarani con guarini. El mismo mal oído que, según otros, habría hecho que Colón
no entendiese que había llegado él también a tierra de los guarini, y que dejara asentado en su diario su llegada a la isla de
Guanahani.
Otros buscan su significado en otras
raíces etimológicas: Anselmo Jover Peralta, en la “Toponimia guaraní” que
acompaña al Diccionario Guaraní-Español
y Español-Guaraní (Ñe´enguerirú avañe´e-caraiñe´e ha caraiñe´e-avañe´e),
registra el siguiente significado para el vocablo:
Guarani. Vocablo
de etimología obscura. Quizá del aimará vecarani,
el que lleva taparrabo (Batista Caetano), o del kichua huara, taparrabo, y ni
(aimará), llevar, tener. Más probable del guaraní guariní, guerrear, guerrero. [JOVER PERALTA; OSUNA 1950, 499]
Hay algunos que van mucho más lejos:
Máximo Ricardo Dacunda Díaz defiende el uso del vocablo guarani como correcto, y nos presenta esta explicación:
Este
nombre abarca toda la esencia de la vida del hombre sobre la tierra, y está
compuesta en su polisíntesis en la siguiente forma: Guá – ára – hendî; Guá,
significa, a principio de palabra – tierra, hombre, plantas, animales y
minerales, Ej. Guaira, Guayquirás, Guazúbirá, Guanahaní, Guayanas, Guatambú; ára, significa cielo, cosmos, fenómenos
atmosféricos, día, mes, año, tiempo, Ej. Ara porá, día bueno; Ara sunú –
trueno; Ara berá: relámpago; araí – cielo nublado; Ara hacú – día cálido; hendî, significa: encendido, con vida,
con actividad. Es decir que las tres palabras componentes de la palabra Guaraní
encierran toda la actividad como la misma filosofía de la vida.
No
es como algunos autores sostienen que Guaraní proviene de otra palabra, la palabra
Guariní, que quiere decir guerrero, ya que los guaraníes, por la etimología de
la palabra y por su organización de la vida en grupos estables, con posesión y
dominio de cada área de sus vivencias, y sus actividades abarcan marcadas
facetas de convivencia, en paz, en trabajos de subsistencia y en inicial
evolución cultural; y para defender sus posesiones y derechos sí que se iban a
la guerra, con valentía y coraje, en los casos y eventualidades necesarios,
pero no en forma permanente. [DACUNDA DÍAZ 1986, 19-20]
Los tupí
Para otros en cambio, el vocablo
guaraní es tardío, y el nombre de la raza y el pueblo al que dicho vocablo
alude es precisamente tupi. El
primero en sostener esta tesis fue Francisco Adolfo de Varnhagen, comentarista
de la obra del padre Montoya, y que en 1876, en la introducción al Vocabulario y Tesoro de la Lengua Guarani o
más bien Tupi (esto último
agregado por Varnhagen), anota lo siguiente:
“Guaraní
llamó nuestro autor a la lengua en cuestión. Era el apellido que a sí propios
se daban los indios del Paraguay, y ya antes de Montoya lo había aplicado a la
lengua que hablaban, otro misionero, el napolitano P. Alonso de Aragón. Pero basta
un superficial estudio para reconocer que esta lengua, con insignificantes
alteraciones, era la propia tupi, general en todo el Brasil, desde el Amazonas,
que ya antes había sido reducida a gramática y a vocabularios por los
misioneros del Brasil, como Anchieta, Viegas, Figueira, Araujo y otros. El
mismo Montoya empezó a conocerla en la reducción de Loreto, junto al
Paraná-panema, y, por tanto, entre salvajes, cuyos descendientes aún hoy
habitan el Brasil en las provincias de San Pablo y Paraná.
El
nombre guaraní, o más bien guaryni, según el propio Montoya, no
quiere decir sino guerra, o por
ventura, guerrero; y como la lengua
era hablada también por los individuos de la nación que no eran guerreros, como
niños y sacerdotes (pajés) y los
nefandos tebiros, y hasta por las
propias mujeres, bien que con sus modificaciones, síguese que ese nombre es
impropio para aplicarse a la lengua; al paso que el de tupi, que era el que
correspondía a esa raza, que de norte a sur (y no del sur al norte, según
imaginó Martius) había invadido casi toda la América meridional acá de los
Andes, no ofrece tales contradicciones. Etimológicamente, según hemos
demostrado, tupi viene de t´ypi y significa “los de la generación
primera”. De los tupis, unos se decían tupinambás, o varoniles, otros
tupi-n-ikis, o antiguos, clasificando ambos a otros de tupi-n-aês, o tupis
malos; llamándose otros Tamayos, o abuelos, y sus descendientes Temiminós, o
nietos; además de tantos varios sobrenombres, de ordinario injuriosos.” [citado
en MEDINA 1930, 15]
Los tupi
son entonces “los de la generación primera”, al menos según Varnhagen. Pero al
parecer la elección de Varnhagen de diferenciar a los pueblos brasileros de los
pueblos paraguayos (y al mismo tiempo presentarlos como mejor y más antigua la
denominación tupi) sería una elección
exclusivamente política:
las
investigaciones de Ingrid Schwamborn (1987) sobre los orígenes de “El guaraní”
de José de Alencar, muestran que fue el historiador y político Francisco Adolfo
de Varnhagen, vizconde de Porto Seguro, de procedencia alemana, el responsable
de la introducción y propagación del término “tupi” y que atendió a la
necesidad de contraponerse al “guarani” que, sede la Guerra de la Triple
Alianza (1865-1870) llegó a ser considerada lengua de los enemigos, los
paraguayos. Eso explica por qué, al editar nuevamente la obra lingüística de
Montoya (1876), el vizconde de Porto Seguro agregó a los títulos Arte y Tesoro de la lengua guarani la
expresión “o más bien tupi. [CHAMORRO 2004, 35].
Treinta años más tarde aparecerá don Moisés
Bertoni que en sus conferencias en el Colegio Nacional de Asunción, conocidas
como Resumen de Prehistoria y
Protohistoria de los países guaraníes, propondrá otra etimología. Parte del
significado simple y llano de la palabra “tupi”, que es el equivalente en
castellano a rudo, no civilizado; por lo tanto sería absurdo que los pueblos se
llamasen a sí mismo de dicha manera. Al parecer, el error habría sido cometido
por Carl Friedrich Philipp von Martius,
quien supuso en 1863 que los pueblos tupinamba,
tupinaqui, tupinambu y tupinahe
provenían de un pueblo anterior al que dio por llamar tupi, y de allí la generalización que los demás antropólogos
brasileros utilizarán y continuaran en dicha línea. Pero Bertoni, aunque acepta
la idea de la procedencia única de dichos pueblos, no coincide con la
denominación propuesta, pues:
El
radical de los nombres de las referidas naciones, evidentemente no es tupí, sino tupinâ; con él se formaron los nombres neta y claramente guaraníes,
de tupinâ-mbú, tupinâ-mbá, tupinâ-kí y tupinâ-ê. El último significa tupinâ bueno, y en efecto eran esos indios los
más mansos y acaso los más civilizados; tupinakí significa tupinâ bravos, y efectivamente, estos indios
han formado una nación en la que han dado mucho que hacer. Tupinambú es
seguramente tupinâ horadado, y si la
significación del nombre tupinambá necesita mayor explicación para el caso, no
es menos clara en guaraní. De manera que el radical resulta ser tupinâ, parecido a tupi, es decir, parecido a
bárbaro. Tupí era precisamente una denominación que los propios guaraníes daban
a sus congéneres que poseían un grado inferior de civilización, por la razón de
que estos guaraníes formaban el grupo más civilizado de las razas indias del
Brasil. Efectivamente, hoy día mismo, si interrogamos a los indios guaraníes
que aún viven en nuestras selvas, oiremos que estos no tratan de tupí a ninguna
tribu de su pueblo, ni a otra parcialidad de lengua guaraní, sino a otra raza,
a otros indios menos civilizados. [BERTONI 1914, 48]
De lo expuesto por Bertoni, vemos que
los guaraníes (más correctamente los ava) llamaban tupi
a los pueblos no guaraníes, que consideraban inferiores. Exactamente lo
mismo que hacían los griegos al llamar bárbaros
a los pueblos no helenos.
Nuevamente veamos que propone Dacunda
Díaz, que parece ir siempre por una búsqueda diferente: él ve en el vocablo tupi una descripción antropológica del
grupo humano: la palabra está “compuesta de Tupé – í, que significa Tupé – de
baja estatura; í – pequeño.” [DACUNDA DÍAZ 1986, 19]
Los caribe
Por último veamos qué pasa con los caribe, cercanos parientes lingüísticos
de los tupi guarani:
Caribe. El
más diestro o valiente. De caraí,
señor, varón, y ve, más. Según
Batista Caetano, caraí deriva de igara, canoa, e iva, í, jefe, piloto, guía, etimología que concuerda con la fama de
avezados navegantes que tenían los indios así llamados. [JOVER PERALTA; OSUNA
1950, 496]
karaive: hombre
genuino, por antonomasia (= karaiete).
[GUASCH; ORTÍZ 2008, 599]
Caribe
significa: Cará – familia originaria guaraní; y – agua; be – terminación,
perteneciente. Familia o grupo que vive en el agua, en el mar. [DACUNDA DÍAZ
1986, 10]
Corresponde,
al entrar a hablar de los elementos que componían este grupo, hablar
primeramente de los Caraíbes, cuyo
nombre legítimo no es caribe, galibe
ni galibi, que son modificaciones
debidas a una mala audición y a una mala ortografía. Su verdadero nombre es Caraiba, sencillamente como se dice en
guaraní carai, porque en el dialecto
guaraní las voces largas se han truncado; nos consta precisamente que se
llamaban así porque se consideraban señores, y lo eran efectivamente, de la
parte norte del Brasil de las Guayanas, de una parte del Orinoco, de todas las
Antillas, alcanzando con sus incursiones no solamente Centro América, sino
poblaciones más septentrionales, hasta la Florida, en los Estados Unidos. Tenía
ramas en Centro América, en Honduras y Yucatán, tanto que se ha pensado
hubiesen venido, en origen, de la misma América Central, o hubiesen llegado a
esos países de un continente desaparecido, o bien del Asia. [BERTONI 1914, 38]
La filiación entre el vocablo caribe y el reconocidamente guarani karai está en las diferentes
significaciones que fue tomando a lo largo del tiempo esta palabra. Los karai eran para los ava precoloniales los profetas, aquellos que se comunicaban con los
dioses. Vivían aislados para marcar así su estatuto, que no pertenecían a
ninguna comunidad; recorrían grandes distancias, y eran representaciones vivas
de los grandes karai de los mitos. [CLASTRES 1993, 46-49] Más adelante se
identificará a los padres jesuitas con los karai,
y luego incluso a todos los hombres blancos, o a todo aquel que sea portador de
algún tipo de autoridad, esta última acepción aún muy común en el mundo
rural-campesino actualmente. Por eso vemos en algunos diccionarios actuales:
Caraíba – homem
branco, estrangeiro; cristâo, santo, bento. [MASUCCI 1978, 20]
Karai: señor,
persona distinguida. [FÉLIX DE GUARANIA 2004, 62]